Rivalidad entre hermanos. ¿Por qué? ¿Qué hacemos los papás?

¿Por qué discuten nuestros hijos entre ellos buscando cualquier cosa que pueda parecer suficiente para convertirse en objeto de discusión o disputa?

¿Qué hacemos los papás ante estas situaciones que, en muchas ocasiones, nos "sacan de nuestras casillas" y nos desesperan?

Como padres, lo que quizá debamos hacer es pensar primero y recordar nuestra infancia y nuestra relación con nuestros hermanos a la edad que ahora tienen nuestros hijos. ¿Acaso nosotros no discutíamos ni nos peleábamos entre nosotros? Desde luego que sí.

Hay muchos, muchísimos estudios hechos por psicólogos infantiles que coinciden en que la rivalidad entre hermanos suele tener su origen en las edades más tempranas y el conflicto se produce por el deseo de acaparar el cariño y la dedicación de los padres, así como el miedo a que la competencia del hermano menoscabe esas atenciones.

No hay lugar para la duda de que las rivalidades entre los hermanos están muy relacionadas con los celos y envidias provocados por distintas situaciones.

Generalmente, los hermanos mayores pueden sentir celos ante la competencia que supone un nuevo hermanito con respecto a la atención y cariño de los padres.

Este sentimiento puede desaparecer (y ahí el objetivo de nuestro trabajo como padres: conseguir que desaparezca) pero también puede ocurrir que se asiente con el transcurso de los años, dependiendo en muchas ocasiones, de la actitud que adoptemos como padres. De ahí nuestro papel fundamental como padres en estas situaciones.

En algunas ocasiones, son los hermanos mayores quienes manifiestan cierta hostilidad hacia el pequeño, ya que lo ven como un usurpador, pero también el pequeño será quien por su parte, poco a poco, el que establezca mecanismos de defensa y busque combatir esa hostilidad con sus propias armas.

Debemos tener en cuenta también que los celos no siempre son del hermano mayor al hermano pequeño. Ésto solo es una leyenda.

¿Y qué hacemos o qué debemos hacer los papás ante estas situaciones?¿Cómo comportarnos?
¿Sabemos o nos hemos parado a pensar en que nuestra actitud y comportamiento como padres puede hacer que se minimicen los efectos y que esa rivalidad se vaya diluyendo, o bien que por el contrario aumente y se acabe convirtiendo en un problema?

Los padres debemos ser extremadamente cuidadosos en intentar ser equitativos y justos en los premios y castigos entre nuestros hijos. 

Es cierto que ésta no es una tarea fácil pero es importante situarse en esta posición porque cuando los papás tienen cierta preferencia por alguno de sus hijos, los hermanos lo "captan"  a una velocidad vertiginosa, ya que aunque intentemos ser lo más equitativos posibles en el trato, la manera de mirarlos, sonreírles o el tono al dirigirse a ellos, delata esa preferencia.
Por tanto, parece que una cuestión fundamental es ser justo y equitativo con unos y otros.
Pero no creamos que siempre depende de los padres, muchas veces son los propios niños, por su carácter y su actitud, en muchas ocasiones excesivamente egoísta, y ésto es lo que da lugar a esas rivalidades, y disputas entre los hermanos.

Según nos aconsejan la mayoría de los psicólogos infantiles, los papás debemos evitar una serie de actitudes para no potenciar esa rivalidad:

- Evitar un exceso de intervencionismo. Siempre que sea posible y dentro de unos límites, es bueno que los niños resuelvan sus problemas por ellos mismos, ya que sin perjuicio de que ellos mismos deben aprender a resolver sus pequeños problemas, cuando intervenimos los papás solemos defender a la parte más débil, lo que puede llevar al otro a pensar que siempre nos ponemos del lado del hermano.

-  No hacer comparaciones entre los hijos. Comparando a nuestros hijos solo conseguiremos fomentar la competencia entre ellos.

- No hay que obligar a los niños a que jueguen juntos cuando están enfadados, ya que sólo lograremos aumentar la tensión entre ellos.

Teniendo ya unas pautas sobre lo que NO debemos hacer, ¿por qué no nos centramos en saber qué podemos hacer los padres para reducir esa rivalidad y esa competencia? Los psicólogos infantiles nos dan estas pautas:

- Hacer ver a cada niño su importancia dentro de la familia dándole responsabilidades.
Por ejemplo, animando al hermano mayor a que cuide del pequeño, que le ayude en algunos deberes, etc.

Esto hará que se sienta valorado y conseguiremos que mejore la relación.

- Fomentar la generosidad y la solidaridad, ya que es la mejor manera de evitar los comportamientos egoístas.

- Tratar a cada niño de una manera individualizada, buscando tiempo para estar a solas con cada uno de ellos.

- Hacerles ver que cada hijo tiene edades y circunstancias diferentes y, por lo tanto, también tienen responsabilidades y privilegios distintos.

- Felicitar a los niños cuando veamos que tienen una buena relación y que son capaces de resolver sus propios problemas.

¿Por qué es tan importante controlar esa rivalidad entre nuestros hijos?

He leído mucho acerca de este tema y veo que un punto común se centra en que una rivalidad "moderada" no sólo no es perjudicial, sino que puede ser beneficiosa para la educación y desarrollo de nuestros hijos, ya que enseña a nuestros hijos a desenvolverse y a afrontar conflictos fuera del ámbito familiar.

Sin embargo, si esa rivalidad o competencia atraviesa determinados límites, puede tener efectos muy negativos, ya que nuestros hijos pueden llegar a convertirse en personas con baja autoestima y resentidas cuando no consiguen los éxitos en la vida que ha conseguido por ejemplo el hermano con quien competían constantemente.

Asimismo, pueden convertirse en personas excesivamente competitivas, que vean en todo el mundo a rivales potenciales.

Es normal que nuestros hijos, entre ellos, como hermanos que son, discutan y se peleen cuando son niños, pero a lo largo del tiempo, a medida que nuestros hijos crezcan y se hagan mayores,  esas diferencias deben verse reducidas asentando entre ellos una relación mucho más apacible y menos problemática.

En conclusión, debemos ponernos manos a la obra: es el momento de poner fin a esas rivalidades y competencias...por el bien de nuestros hijos.